viernes, 15 de julio de 2016

YEWA

Yewá se retira al cementerio Los framboyanes anaranjados y amarillos; los jagüeyes matizados de verdes y carmelitas; las ceibas cuyas ramas invocaban a Olofin; las rosas, las margaritas, las gardenias, las violetas; las pocetas con lirios que nacían en lo profundo del limo; los ríos con sus cataratas que formaban arco iris; los puentes imaginarios de chinas pelonas; las enredaderas tupidas y multicolores: así era el ambiente de pureza absoluta en el jardín del espacio infinito donde estaba el palacio de Obbatalá y Yembó, orishas padres de todo el panteón yoruba. Su hija Yewá, bella entre las bellas, a quien al nacer se le habían entregado los dones de la pureza, la virginidad y la hermosura, paseaba su tranquilidad espiritual, vestida con sus colores preferidos: los tonos rosa, que tan bien venían a su angelical figura. Ella, quien no se relacionaba con nadie, vivía, etérea, dentro de los muros de la casa paterna, la cual abarcaba el universo con todos sus astros. En una reunión de orishas y awós, Changó comentaba lo poco virtuosas que eran las mujeres. Elegguá saltó, y contó de la existencia de esta virgen dulcísima, encerrada entre los muros de su jardín, no vista por nadie más que por sus padres. Changó, asombrado y picado en su vanidad de hombre viril, majestuoso y atractivo, decidió tentarla, con la picardía propia de sus muchas experiencias amorosas. Al día siguiente, escaló la tapia del jardín cuyas flores le sonrieron y ofrecieron sus pétalos en saludo al rey poderoso y vital que las acariciaba con su presencia. Los pájaros cantaban muy bajo. Esto llamó la atención de Changó, pues los pájaros siempre trinan alto en lugares intrincados; sin embargo, allí, todo estaba en calma. Sin poder precisar cómo ni cuándo, de repente se alborotaron los pericos, canarios, tórtolas y palomas, y sus cantos saludaron la llegada de una joven bellísima, quien flotaba al encuentro de la naturaleza. Las flores perfumaban su paso con sutiles aromas, las hojas se abrían para dejar caer ante ella el rocío de la noche, como alfombra de perlas. Changó quedó fascinado por el hechizo de aquella visión. Sin recordar los sabios consejos de Elegguá, se irguió ante Yewá quien, con los ojos bajos, rechazaba las vibraciones que le producía aquel joven que tenía delante. Changó le dijo: "Yewá, bella entre las más bellas, mírame, no temas". Ella, en ese instante de flaqueza, no pudo acallar aquel sentimiento extraño y cálido, y levantó la vista, para faltar así a la palabra dada a su padre. Lloró entonces de vergüenza y corrió a esconderse. En ese momento había conocido el amor, emoción prohibida para ella. Sería su amor uno eterno e imposible. Decidió confesarle la culpa a su padre y cubrirse la cara con un velo para que nadie viera que había faltado a su promesa. Entonces, toda su ropa adquirió tonalidades de un rosa más profundo, y el mundo conoció por primera vez el rubor de la vergüenza. Obbatalá, sabio entre los sabios, se dio cuenta, al ver a su hija, de que algo muy malo le sucedía. Yewá lloraba sin consuelo, pero austera y justa como era, se refugió en los brazos paternos y le contó lo sucedido con Changó. Obbatalá quedó pensativo, pues en su reino y con sus hijos estaban sucediendo cosas que atentaban contra la moral establecida. Oloddumare se daba cuenta también y no aprobaba estas conductas. Como dueño de todo lo existente, había comentado a Obbatalá que sería severo e implacable con el próximo que cometiera un acto de desobediencia. Yewá sabía esto. "Padre – le dijo – cumpla con su deber. Yo sé que resulta penoso para usted, pero mi falta es irreparable. Que el castigo que se me imponga dure mientras haya un ser humano sobre la tierra". Entonces, Obbatalá la condenó a no dejar ver jamás su rostro; a gobernar sobre el país de los muertos como la más alta autoridad, y a vigilar de noche sus dominios convertida en lechuza, dueña de las tinieblas, símbolo de la sabiduría y la soledad. Triste, Yewá partió al mundo de los silencios infinitos, al mundo de los muertos. En ese momento, temblaron las tierras, surgieron volcanes, las olas taparon las rocas, los rayos encendieron los bosques, el cielo oscureció, y con las lágrimas de Obbatalá, furioso por haber mandado a su hija Yewá a la soledad del mundo de los eggun y de Ikú, se inundó el país de los orishas.





jueves, 4 de febrero de 2016

REFLEXION

Buen día para todos los lectores quiero permitirme de hacer unas reflexiones con referentes a nuestra religiosidad. nuestras raíces espirituales, vienen de los indígenas, de lo que es el espiritismo venezolano, muy bien llamado corte María Lioncera, la cual en ella se reúnen diferentes cortes espirituales muy poderosa y eficaces, quien por lo cual la comanda la Reina María Lionza acompañada del Gran Cacique Guaicapuro y el Negro Felipe, quienes forman para los espiritista una trilogia espiritual, en ella conseguimos las principales ramas o cortes espirituales tales como la india, la médica, la chamarrera o llanera, la negra, la vikinga, la africana, la cale o mal llamada malandra, la libertadora, y muchas otras, pero siempre poniendo por delante la celestial Padre, Hijo y Espíritu Santo, Yo pido a todos los religiosos que no nos olvidemos de ello ya que somos si seremos siempre parte de ellos. Es tan poderoso el espiritismo de nosotros que no tenemos que envidiar nada de otras religiones, porque cosas que no se resuelven en otras religiones se resuelven en el espiritismo, tales como salud, prosperidad, protección, evolución espiritual, unión familiar, logros, éxitos, etc. Yo particularmente de ellos he conseguido salud, protección, tranquilidad, orientación. Bendigo las otras religiones y cultos pero no se olviden de esta religión, culto que es el espiritismo venezolano



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viernes, 11 de diciembre de 2015

PACTO DE ORISHAOKO Y OLOKUN


PACTO DE ORISHAOKO Y OLOKUN
 
Era un tiempo en que Orishaoko no tenía mujer y se encontraba solo, en unión solamente de su caballo y de su carretón, con los que buscaba su sostén. Él tenia una arbolada de chirimoyas pero como se encontraba ... muy solo, decidió buscarse una mujer. En este tiempo, la tierra era invadida por el Mar puesto que este no tenia zona vedada. Se internaba en los dominios de Orishaoko, que era la tierra y todo lo invadía. Cierto día en que Orishaoko caminaba por la orilla del Mar, y vio a una Mujer extremadamente bella, quedándose profundamente enamorado de ella. Al otro día fue de nuevo y comenzó a enamorarla, pero esta le dijo: Mira, yo me llamo Aggana Eri, y no he pensado en casarme porque tengo un defecto que me lo impide. Él le contesta: No importa. Entonces ella le dijo: Esta bien, pero vamos a hacer un pacto. Y es que usted nunca me diga mi defecto, porque nos separaremos. Esta mujer tenia un defecto por el cual había vivido sola, alejada del mundo, pensando que alguien se lo podía decir, por lo cual ella se iba a abochornar. Agana Eri era una Mujer muy linda de cara, pero su cuerpo era completamente deforme, tenia una pierna flaca y otra gruesa, le faltaba un seno, tenia varias pelotas en el vientre, en fin, su cuerpo era una verdadera ruina. Orishaoko se encontraba profundamente enamorado de Aggana Eri hija de Olokun, puesto que esta Mujer tenia un magnetismo sobrenatural, que todo el que la miraba se quedaba enamorado de ella. Olofin venia observando muy de cerca esas relaciones y un día mando a buscar a Orishaoko y a Aggana Eri y les dijo: Ustedes tienen que casarse, por cuanto tu, Orishaoko, te has enamorado de esta Mujer que es mi hija en la tierra, para que ella no tenga que pasar penas ni sacrificios, yo le construí un Reino aparte de la tierra, producto de todo esto, de su defecto, y para que nadie la abochornara ni me la humillara, por todo esto le di su Reino en las profundidades del mar, así que tu, promete no echarle en cara esto que te cuento. Orishaoko no puso ningún reparo y juro ante Olofin nunca echarle en cara a Aggana Eri sus defectos y así empezaron a vivir juntos. Durante los primeros tres años, el matrimonio marchó bien y prospero y felices decidieron poner un negocio en la plaza, donde Orishaoko trabajaba la tierra sembrando Agbado y Eres, se los llevaba a Aggana Eri y esta durante el día los vendía en la Plaza. Pero cierto día al llegar Orishaoko con su carretón cargado a la Plaza, sostuvo una discusión con Aggana Eri, durante la cual le echo a esta en cara todos sus defectos, quedando roto el pacto que hizo ante Olofin. Fue tan grande el bochorno que ella pasa, que se transformo en muerte el rostro, las huellas del profundo dolor y pena que le hacia pasar el hombre que ella había escogido por marido, y que tanto le había suplicado su matrimonio y que ahora le echa públicamente, lo que ella tan celosamente había ocultado. Y le dijo: Orishaoko, mientras el mundo sea mundo, te detestare y vivirás separado y lejos de mí y cada vez que tenga deseos me paseare por tus dominios y penetrare y nunca mencionare palabra alguna y todos tendrán que rogarme y pagarme todas las contribuciones, un Awan y salvare a todos mis hijos, nombrare un portero para que reciba a los ojos de la tierra y a ti, Orishaoko, te castigare con tu propia arma. Tus animales te atacaran, tu tierra se volverá hostil, tus hijos no serán tuyos. No podrás recoger el fruto que cultivas y pisaran tu tierra. Entonces Olofin desato una sequía grande, donde las cosechas se morían, así como el ganado y la tierra se resecaba y se agrietaba. El caballo de Orishaoko no quería trabajar, ante esta situación de cosas, Orishaoko fue a ver a Orunla y este le dijo: Recolecta todos los frutos que produzca la tierra, algunas aves, un cerdo etc., construye una barcaza y pagándole el derecho al portero de Olokun, échalo todo en el mar. Después recoge sobrantes de comidas y desperdicios y basura de la plaza y con dos Akukos, se los das al pozo y de los dos bueyes que tienes, ofrece uno a Olofin, para que puedas evitar una gran epidemia que viene sobre la tierra. Orishaoko lo hizo todo al pie de la letra, donde Olofin al recibir el buey se acordó de Orishaoko y mandándolo a buscar, lo perdono por su falta y le dijo: Desde hoy tu serás el dueño de las siembras y los aperos de labranza y la tierra vivirá separada del mar.

Pataki de Elegua y Orunmila

Pataki de Elegua y Orunmila 

Orunmila había regresado a la tierra para ver cómo todos los Babalawos que había entrenado en las artes de la adivinación se llevaban bien. Decidió viajar de pueblo en pueblo y saludar a sus antiguos alumnos. "Orunmila, qué bueno verte", dijo uno. "No tengo tiempo para hablar con usted ahora, tengo una cita." "Orunmila, ¿cómo estás?", dijo otro. "Si vuelve el miércoles, voy a ser capaz de atenderlo." "Orunmila, estoy muy ocupado con mis clientes en este momento", dijo un tercero. "¿Podría volver en otro día o algo así?" Orunmila estaba furioso. Todos sus antiguos alumnos le estaban haciendo caso omiso. Ellos están preocupados de hacer dinero y tener una gran reputación en honor a su viejo maestro. Orunmila decidió darles una lección. Envió cuenta de que iba a desafiar a todos los Babalawos a un concurso para ver quién utiliza los oráculos más precisamente. Orunmila pensó que, después de avergonzarlos por su habilidad incomparable, todos los Babalawos lo respetaría más. Después que la nota había sido enviada, se fue a la ciudad más cercana y desafió a los Babalawos. Orunmila resultó ser un lector mucho mejor de los oráculos, por supuesto. Sin embargo, el Babalawo se negó a pagar Orunmila la cantidad acordada. Eleguá, que nunca está muy lejos y siempre le gusta jugar malas pasadas, se acercó a Orunmila y el Babalawo. "Hola, Orunmila, ¿cómo estás hoy?" dijo Eleguá. "Estoy enojado, Elegua". dijo Orunmila. "Y, ¿por qué es, querido Orunmila?" Elegua trató de ahogar su risa, ya que sabía perfectamente lo que había ocurrido. "los Babalawos han perdido una apuesta conmigo", respondió Orunmila. "Y ahora, se niegan a pagar." Elegua miró de arriba abajo a los Babalawos nerviosos. "¿Es eso cierto? ¿Están tratando de engañar a Orunmila?" "Bueno, Señor Eleguá ..." balbuceó el Babalawo. Antes de que pudiera decir otra palabra, Elegua se acercó y puso su mano de poderoso guerrero alrededor del cuello del Babalawo. Miró al hombre a los ojos. "Dime", dijo en voz baja, "está buscando problemas?" "No," chilló el Babalawo. Elegua alzó su palo garabato sobre la cabeza del Babalawo. "Nunca haría cualquier cosa para que me enfade, ¿verdad?" gruñó Eleguá. Otro chillido, "No." "¿Y qué vas a hacer?" pidió a Eleguá, golpeando al Babalawo infeliz en la nariz con su garabato. “Voy a pagar a Orunmila?" -preguntó el Babalawo. "¿Qué fue eso?" Elegua gritó, sacudiendo el Babalawo de ida y vuelta. "Voy a pagar a Orunmila. Voy a pagar a Orunmila". Tartamudeó el Babalawo. Tomó su bolsa de dinero de sus ropas y le entregó todo a Orunmila. "Pensé que quería hacer trampa a Orunmila, pero veo que usted es un hombre que paga sus deudas cuando pierde". Dijo Eleguá y le dio el Babalawo una palmada en la espalda. "Yo te dejo en paz." "Una cosa más", dijo Eleguá al Babalawo. "¿Sí?" El Babalawo respondió con miedo. "Desde que te has olvidado de que los oráculos son para comunicarse con los Orishas y no para aumentar la riqueza del Babalawo, voy a prohibirte el uso del Dilogún por siempre." Orunmila y Eleguá se fueron dejando al Babalawo en llanto. En la siguiente ciudad, el Babalawo vio a Elegua caminando junto a Orunmila. Este babalawo ya tenía conocimiento de lo ocurrido e inmediatamente pago su deuda y ya no hubo ningún problema allí. "LA HUMILDAD ES UNA VIRTUD QUE TE HACE UN VERDADERO SABIO"


Pataki de Orula "Orunmila y la Muerte (Iku)"

Pataki de Orula "Orunmila y la Muerte (Iku)" 

Orunmila e Iku (la muerte). Orisha Mayor de la Santeria. (Orisha mayor de la Santeria) Orunmila no le teme a la muerte. Un día, una mujer fue corriendo con Orunmila. Estos fueron los días que los Orishas aún caminaban sobre la tierra. Ella se aferró a sus hombros y exclamó: "Iku está dando vueltas y vueltas a mi casa." Esto fue muy grave porque Iku es el nombre de la muerte. Cuando Iku quiere a alguien, camina fuera de la casa en busca de un pequeño orificio o abertura por la que se puede entrar y llevarse a la persona en su interior. (En la santería Iku es la muerte) "Iku esta rondando mi casa", gritó de nuevo. "Iku quiere tomar a mi único hijo, mi hijo pequeño. Iku a enviado una fiebre y lo va a matar si no hacemos algo." Ella comenzó a llevar a Orunmila de regreso a su casa. "Tenemos que darnos prisa", dijo entre sollozos. "He dado la espalda. Iku puede entrar en mi casa ahora mismo para llevar a mi hijo." Orunmila le sonrió y le dijo: "No llores, mujer buena." "Pero, ¿qué debo hacer? Usted tiene que ayudarme", dijo. Orunmila le palmeó la cabeza para calmarla. "No te preocupes", dijo. "Ve al mercado y compra cuatro canastas llenas de okra y llevalas de vuelta a tu casa." "¿Qué pasa con mi hijo?" dijo la mujer asustada. "Voy a ir a su casa y asegúrese de que Iku no se vaya", dijo Orunmila. "ve al mercado en paz". La mujer siguió el consejo de Orunmila. Ella fue al mercado y compró tres cestas colmadas de okra. Cuando llegó a casa, sin aliento por haber corrido con los tres canastas, se encontró con Orunmila esperando por ella. (En la santeria, quien acata los consejos de orula puede salvarse del mal) "Aquí están las cestas", dijo. "¿Qué vas a hacer con ellas?" "mmm", dijo Orunmila. "No tengo tiempo para explicaciones." Él tomó las cestas de la mujer, entró en la casa y exparcio el contenido de los cestos en todo el piso hasta que fueron cubiertos por una gruesa capa de okra. Le entregó las cestas de nuevo a la angustiada madre. "No te preocupes, madre," dijo. "Iku no será capaz de hacer a su hijo daño alguno". Agotada por el largo camino del mercado y el temor y la ansiedad que no le había permitido dormir durante días, la madre se desplomó en un catre y se durmió. Mientras dormía, la fiebre del niño se elevo. Iku estaba pensando que ya era hora de quitarle el niño, por lo que hizo que la enfermedad empeore. Iku se acercó a la puerta y encontró que estaba sin seguro y que no estaba cerrada del todo. La muerte se deslizó a través de la grieta, apresurándose para llegar al niño antes de que la madre se despertara. Iku cruzó la habitación con su firma habitual y los pasos en silencio. Sin embargo, cuando sus tacones duros y huesudos dieron un paso en la okra, el fruto se abrió. Iku se resbaló y cayó. Todos los okra en el suelo ocacionaron que Iku se deslizara de un lado de la habitación a la otra. La savia era tan resbaladiza como el jabón. "Que es esto?", exclamó. Y, antes de que pudiera decir nada más, sus caderas huesudas cayeron al suelo, moviendo todas sus articulaciones sueltas. Iku tuvo que excavar a través de todo el desorden de okra para encontrar uno o dos pequeños huesos que se habían desprendido. Se abrió paso con mucho cuidado hasta la puerta. En el exterior, Orunmila esperó. "¿Cómo está esta tarde, Iku?" -le preguntó con mucha cortesía. "Maldito seas, Orunmila", escupió. "Yo sé que todo esto es tu culpa. Maldito seas y aquella maldita que fue a conseguir tu ayuda." "¿Vas a venir otra vez?" Orunmila le dijo a Iku que cojeaba por el camino. Ella se volvió y le dio una mirada diabólica. "¿Estás loco?" dijo. "Yo voy a esperar mucho tiempo para asegurarme de que la okra se ha ido."



Pataki de Obatala-Orún

Pataki de Obatala: 

En un principio existían 16 Obatalá-Orún que se reunieron en uno solo para formar a Olorún por lo que es éste quien los representa. Esta unión se produjo en la tierra Irán-Yé o “tierra de la buena suerte”, la cual “es la parte más alta y caliente, donde se solidificaron las cosas todas”. Cuando Olordumare bajó al mundo, se hizo acompañar de su hijo Obatalá. Debajo del cielo sólo había agua y Olordumare le entregó a Obatalá un puñado de tierra metido en el carapacho de una babosa y una gallina. Obatalá echó la tierra formando un montículo en medio del mar y luego al colocar la gallina, ésta comenzó a escarbar la tierra esparciéndola y formando el mundo que conocemos. Aún cuando se sabe que fue Olofi el que hizo al hombre, en esta creación faltaba la cabeza y, por tanto, la dirección. Según la leyenda por encargo de Olorún, Odduddua le hizo la cabeza pero con sólo un ojo colocado en la frente, entonces continúo la obra Iba Ibo, agregándole la boca, la voz y la palabra, al reparar que sólo tenía un ojo, como él mismo, le abrió el otro. Cuando termino la obra Olorún sopló sobre el cuerpo del hombre y el corazón hizo “fuquefuque”, y el primer hombre se movió. Dicen que Olofi expresó “Aquí queda mi omo, mi heredero, Ologún, el mundo, para que lo respeten y obedezcan. Que todos lo hagan Odubade”. Es, por tanto, considerado Obatalá (a través de Olorún, quien lo representa) el escultor del ser humano. Es el dueño, como creador y regidor, de todas las partes blancas del cuerpo, de la cabeza y de los pensamientos. Creó todo cuanto hay blanco en el ser humano: los senos, la dentadura (se dice que los albinos son los hijos legítimos de este orisha). Es Dios amigo de la paz, la armonía y la recta conducta. Cuando un orisha no se calma (lo cual sucede a menudo con Changó) se debe de postrar delante de la imagen de Obatalá e invocarle para pedirle la calma, la paz, Obatalá logra calmar no sólo a Changó, sino al propio Oggún. Según los conocedores de las leyendas de la Regla de Ocha, a pesar de su gran sentido de justicia, Obatalá tiene muy consentidos a Changó, Elegguá y a los Ibedyi. Los muchachos y Elegguá hacen uso con el de sus juegos y picardías, con Changó, llega un momento en el que no se entromete en sus asuntos. 



Cuando Shango Respeto a Oggayu y Oshun

Cuando Shango Respeto a Oggayu y Oshun 

Oshun vivía con shango y este le hacia pasar muchos trabajos y le daba golpizas tremendas y le hacia trabajar para el. Ella cansada de la vida que le hacia llevar shango, fue un día a la orilla del rió que había sido su casa y se encontró con un hombre grande y fuerte, que le prometió amores.Este era Aggayu. Ella, trastornada por aquel porte de fuerza viril y de sus avasalladoras palabras, cuando regreso a la casa se quedo pensando en este y al día siguiente volvió a encontrarse con Aggayu de nuevo, a quien, al requerirla de nuevo, no pudo resistir el asedio y cayó en sus brazos. Así paso el tiempo, ambos amantes corneaban a Shango, hasta que un día los sorprendió y se entablo una guerra entre Shango y Aggayu por la posesión de Oshun. Aggayu fue a verse con Orumila, quien le vio este Ifa y le dijo, Maferefun Oshun . le marco Ebbo y le dijo a Aggayu. Para que todo vuelva a la normalidad. tienes que invocar a dos Orishas de Ara Onu que los ancestros del rió, que se llaman Irole e Ita, los que te ayudaran. Aggayu así lo hizo, con los dos gallos del Ebbo, llego a la oorilla del rió e invoco a estos dos Orishas. Ita salio de una mata de jaguey e Irole de una mata de algarrobo. Con ellos Aggayu pacto y le dieron el poder de ser invencible. Demostró su poder sobre la tierra, a lo que Shango respeto. y así Aggayu y Oshun pudieron seguir viviendo en el rió con tranquilidad



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